Día a día conocemos a una gran cantidad de personas de una calidad insuperable. Es increíble lo que pueden llegar a aportarte cada una de ellas.
Esta semana queremos compartir con vosotr@s una pequeña historia que escribió una persona a la cual hemos tenido la suerte de conocer…
“Cuánto talento, cuántas ganas de superarte, cuánto espíritu de lucha, cuánta necesidad de cumplir tus sueños... Ojalá tu triunfo esté más cerca de lo que crees!!! Gracias por dejarnos compartir tu historia”
"Veintiseis de Abril de 2012, y finalmente había llegado, sigilosa y calladamente, como un ladrón que entra a hurtadillas sin que nadie se de cuenta. La cuarentena se había colado en su vida, pero, en su favor, habría que decir que llevaba ya un año avisando de su inminente llegada.
Cuarenta años ya, una edad en la cual la mayoría de las personas deberían haber llegado a un grado suficiente de madurez tanto en el plano personal como profesional. Sin embargo, su vida continuaba siendo la misma, no había experimentado cambio alguno respecto a los 39 años anteriores.
Apagó el molesto despertador cuyo sonido cada mañana le anunciaba otro día tedioso ,otro día de nervios en el trabajo deseando que el reloj marcase las tres de la tarde para poder marcharse para casa y no pensar. Se sentó en su cama y se formuló esa pregunta que años atrás debería haberse realizado. Incluso cuando había finalizado el bachillerato y había tenido que decidir, no su futuro, y ese fue su primer gran error, sino que carrera cursar, nunca se había parado tranquilamente a pensar qué quería hacer con su vida, qué quería hacer durante el resto de su existencia.
Solamente tenía claro que todo lo que había hecho anteriormente no le había satisfecho en absoluto, no le había llenado, sentía que su vida estaba vacía. Se daba cuenta de que sus decisiones pretéritas se habían basado únicamente en los mismos criterios equivocados: buscar un trabajo que le aportase estabilidad económica en su vida, estudiando para ello una carrera de las que se decía que tenía muchas “salidas”.
¿Y cuál había sido la consecuencia de ello? Una insatisfacción total con su existencia, unos trabajos por los cuales no merecía la pena levantarse cada mañana, ninguno de ellos le había aportado nada positivo, ninguno le había enriquecido como persona ni sentía que con alguno de ellos hubiera ayudado a ser felices a sus semejantes. Y, lo más importante, en ninguno de ellos se había sentido ni feliz ni realizado, ni personal ni profesionalmente.
Y sentado sobre el confortable colchón de su confortable cama se formuló otra serie de preguntas: ¿Y ahora qué? ¿Qué decisión tomar? ¿Ser valiente abandonándolo todo y dar un giro radical a su vida o continuar siendo cobarde y dejar todo como estaba? Ante su asombro, tras dejar su mente en blanco, la respuesta acudió inmediatamente a su cabeza. Necesitaba un cambio, una nueva vida, un nuevo trabajo por el que mereciese la pena levantarse cada mañana y dejar la cama caliente en pleno invierno, con el cual ser feliz ,que le aportase alegría y plenitud tanto en el plano personal como profesional.
Sin embargo, tras ese sentimiento de alegría y optimismo inicial, rápidamente nuevas preguntas surgieron de la nada y un miedo atroz se apoderó de él. ¿Qué hacer? ¿A qué dedicarse? ¿Cómo descubrir, sin volverse a equivocar, cuál era su sueño? ¿Cómo llevarlo a cabo? ¿Cómo hacerlo realidad? ¿Cuáles serían las preguntas adecuadas para descubrir todo ello? ¿Se conocía lo suficiente a sí mismo para tener una certeza completa de acertar en su decisión y dar en el clavo en la elección de su futuro? ¿Cuáles deberían ser los primeros pasos que tendría que dar para lograr su sueño?
Se levantó, se miró al espejo buscando respuestas, pero no encontró ninguna. Se veía reflejado pero no se reconocía, le preguntaba a la persona a la que estaba viendo cada mañana durante los últimos cuarenta años, pero ella no le daba ninguna solución a sus inquietudes. Era como si estuviese hablando con un extraño. Finalmente se dio cuenta de que no se conocía a sí mismo. Y otra nueva pregunta le asaltó : ¿Si no me conozco a mi mismo, cómo voy a saber cuál es mi sueño? ¿Si no me conozco a mi mismo, cómo voy a conocer el camino para lograr mi sueño?
Y repentinamente se dio cuenta de la única certeza que tenía clara esa mañana: TENÍA QUE PARAR, HABÍA LLEGADO EL MOMENTO DE DEDICARSE TIEMPO A SI MISMO, PONER EL FRENO DE MANO EN EL COCHE QUE GUIABA SU VIDA, SENTARSE, DEJAR LA MENTE EN BLANCO, NO PENSAR Y REFLEXIONAR. EL RESTO DE SU VIDA Y SU FELICIDAD DEPENDÍA DE ELLO"
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