Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El pobre lloró durante horas, mientras el campesino trataba de buscar alguna solución.
Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo.
Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirar tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y continuó llorando amargamente.
Luego, para sorpresa de todos, se calmó después de unas cuantas palas de tierra. El campesino miró al fondo del pozo y se sorprendió. Con cada palada de tierra, el burro se sacudía y daba un paso encima de la tierra. Muy pronto, todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando.
Cada uno de nosotros tenemos nuestras vivencias y nuestras experiencias y cómo respondemos ante estas es la clave “La resiliencia”.
La resiliencia es un conjunto de atributos y habilidades para afrontar adecuadamente situaciones adversas, como factores estresantes y situaciones de dificultad e incertidumbre.
Desarrollar la resiliencia supone incrementar la flexibilidad y la capacidad para adaptarse a los cambios; la resistencia y la capacidad de recuperación ante los obstáculos y contrariedades que el día a día nos plantea.
Al igual que el burro de nuestra historia “que con cada palada de tierra nos sacudamos y demos un paso por encima para salir del pozo"
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