lunes, 19 de diciembre de 2011

Cada momento es único. Cuídalo!!!






 Esta historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de cuidar cada instante que compartimos con aquellas personas imprescindibles en nuestra vida.

 A los niños les llenamos de cosas, pero a veces les negamos lo que más necesitan: ternura, compañía y afecto.

 Un niño escribió una “plegaria” que decía:

“Señor hoy te pido algo especial: convertirme en un televisor. Quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los miembros de mi familia a mí alrededor.

Quisiera ser tomado en serio cuando hablo. Convertirme en el centro de atención al que todos quieran escuchar sin interrumpirle ni cuestionarle.

Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona.

Y tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque esté cansado del trabajo. Y que mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo…

Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada. Quisiera vivir la sensación de que lo dejen todo por estar unos momentos a mi lado.


Señor, no te pido mucho. Sólo vivir lo que vive cualquier televisor”.


lunes, 5 de diciembre de 2011

Rompe tus cadenas!





  Una historia para reflexionar sobre nuestros límites personales:

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una  cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. 

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?.

Cuando era chico, pregunté a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.  Hice entonces, la pregunta obvia... 

- Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?  No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.

Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño."

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.  La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro...

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso que vemos  en el circo no escapa porque ¡CREE QUE NO PUEDE!

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Y tú, ¿tienes algo de elefante?

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos pensando que "no podemos" hacer un montón de cosas  simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: NO PUEDO, NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ.

Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar ni cuestionar.

Esto es lo que nos pasa, vivimos condicionados por el recuerdo de una persona que ya no existe en nosotros, que no pudo.

         Tu única manera de saber si PUEDES es intentarlo poniendo en ello TODO TU CORAZON!.

JORGE BUCAY